Nov 12, 2017

Una visita y un estreno de 1960

El libro de Mansur y el proyecto de Ediciones sinsentido  reeditan en alguna medida la visita de Sartre y Beauvoir que no se realizó en el vacío.🔽 Vienen a La Habana en dos ocasiones.   La primera, del 20 de febrero al 15 de marzo de 1960 y a su regreso de Brasil, del 21 al 28 de octubre del mismo año. En cuanto al teatro asisten al estreno de La ramera respetuosa, que inaugura la sala Covarrubias del Teatro Nacional.  ¿Alguien les explicaría quién era Covarrubias? A pesar de que son las fechas establecidas, debió extenderse, ya que La ramera... se estrena el 16 de marzo de 1960 de acuerdo a un anuncio y la pareja francesa está presente al menos esa primera noche acompañada  por  Fidel Castro. Si no hubo una función para invitados el 15, el anuncio está equivocado. Lunes de Revolución recoge un pliego con fotografías y declaraciones de Fidel, una mujer del pueblo y el propio Sartre, más bien fórmulas de cortesía.  En números posteriores de Lunes, Guillermo Cabrera Infante relata que Sartre asistió a un ensayo de Mulato, coreografía de Ramiro Guerra y en otra parte he leído que fue a ver Electra Garrigó, pero no hay referencias.
La sala Covarrubias del Teatro Nacional (la más pequeña) debía inaugurarse con Baltasar, de la Avellaneda, pero Francisco Morín,  director escogido para dirigirla, le dijo a Fermín Borges (jefe de su Departamento Dramático) que era muy difícil  para el poco tiempo de ensayos. Apremiados por la visita de Sartre, se deciden por  La ramera... e invitan a Miriam Acevedo – no Miriam Learra– quien regresa de los Estados Unidos donde vive desde 1954-5. El periódico Revolución se hace eco de su arribo. Rine R. Leal en "Myriam, la mejor...", escribe que tras cuatro años de separación, era “una figura legendaria, más cerca del recuerdo que de la visión diaria”. 
Raquel de Cuba, la Revuelta de Juana de Lorena,  de Maxwell Anderson, era cotidiana  en los novelones de la TV, Ernestina Linares, indispensable en Teatro Estudio y Violeta Casal, que encarnó ella misma el mito real y regresó de la Sierra Maestra como legendaria voz de la emisora clandestina Radio Rebelde, con su uniforme verde olivo, por esos días recolecta dinero para la campaña “Armas y aviones”.  Ninguna pudo  haber sido Lizzie. Leal es auténtico en su exageración. El entusiasmo de Revolución es  compartido. Regresa una triunfadora.
En sus memorias (inéditas)🔽🔽 la actriz cuenta que a través de su amigo Delio Fuentes, se encuentra con Julian Beck y Judith Malina, directores del Living Theatre, quienes al ver sus credenciales con Las criadas (puesta de Morín, 1954) le ofrecen el papel de Solange. Myriam escribe que Malina  haría Claire, pero  rechaza el papel por su inseguridad con el inglés, acabada de llegar, mientras envolvía  regalos de Navidad en Macy’s  y era vendedora en una tienda de corbatas, cerca de Times Square. Su marido, el poeta Oscar Hurtado, era manager de un edificio. Interpretará en los Estados Unidos la obra de Genet en el Community Players de Greenwish Village. Nada dice sobre su incursión en el cine experimental ni su trabajo como  modelo profesional que "todos los lentes que se respetan" citado por Leal.
La ramera... se  escenifica  en una sala sin terminar, que en lugar de butacas tiene sillas de tijera.  16 de marzo. Decorados  de Luis Márquez. Arturo Robles es el asistente de dirección y Graziella Pogolotti está a cargo de la traducción. Integran el reparto  Wember Bros,  descubrimiento de Morín como actor, Pedro Álvarez, Carlos Bermúdez, Rogelio Montel, Manuel Pereiro, Tony Vega, Ramón Vilches y Rolando Escobar. Leal no escribe sobre la puesta (1960 es el año del recorrido europeo de su libro Viaje a la crítica), el Diario de la Marina está en sus finales y nadie escribe, salvo para condenar la visita del «ateo» y recordar lo que pensaría la cristiana Avellaneda, cuyo nombre no se menciona. El periódico Hoy se ahorra criticarla, a saber porque el estreno es una hechura de Carlos Franqui, el 26 de julio y el Teatro Nacional.     Morín cuenta en su libro de Memorias... que deliberadamente  no asiste a la cena ni al camerino donde  Miriam se encuentra con Fidel. En “La noche de la ramera”, publicado en Lunes, la actriz cuenta la llegada del «aeda griego» que  no pierde oportunidad de  hablar de temas más mundanos: el teatro de masas, la discriminación racial y la prostitución, mientras todavía ella tiene al personaje debajo de la piel.

“Esta noche es de gran importancia para mí – le oí decir–- y la representación de La Ramera me ha revelado cuestiones vitales con respecto al teatro. Me he sentado como simple espectador y he comprobado por mí mismo la importancia que el teatro tiene para el pueblo.  He  descubierto una nueva arma para la Revolución”.
     –Arma que pongo en sus manos – le señaló Sartre.
     Fidel habló sobre la discriminación racial que plantea la obra, y tanto le impresionó que le oí decir: “La exposición del problema racial en La ramera respetuosa está mejor resuelto, y expuesto, que en cualquiera de mis discursos”. Y añadió con énfasis: “Esta obra debe llevarse a cada rincón de Cuba. Debe verla el pueblo entero”. No se cansaba allí de repetirlo. Una semana después del estreno, el Ministro de Comunicaciones, Enrique Oltuski, me dijo:
     -¿Sabes quién es tu mejor propagandista? y se reía. –Pues Fidel, que no se cansa de hablar sobre La ramera.🔽🔽🔽
  
Lunes reseñará todas sus experiencias: en  el Caney de las Mercedes con la Cantata a Santiago de Cuba, de Pablo Armando Fernández, Santa Juana de América, de Lizárraga, La madre, de Brecht/Gorki, (dobla con Violeta Casal) hasta que con el cierre de Lunes, canta en El Gato Tuerto, actúa en el Conjunto Dramático Nacional, hace La noche de los asesinos, de José Triana en 1966, viaja a  Europa con la obra, sale de Cuba y se asienta en Italia.

Escribe Miriam:
Fidel, fideL, fidEL, fiDEL, fIDEL, FIDEL, FIDEL, FIDEL...
Desde mi camerino, situado en otro piso al del escenario, y bastante retirado, subía este nombre mágico increíblemente repetido en ascensión. Lo oía lejano; y a pesar de su realidad, no podía mi mente asimilar este hecho por estar toda llena de La ramera. Yo estaba concentrada profundamente en mi personaje, y era ya ese personaje que va a entrar en su ambiente.

La visita dirige el interés de los europeos hacia la joven revolución sin ideología, “huracán sobre el azúcar” y de paso, sobre el edificio de un teatro nacional, sin terminar, porque sus arquitectos se fueron del país y se llevaron los planos. Finalizar  la obra resultaba difícil y costoso. No se inaugura con Mulato o La rebambaramba, coreografías de Ramiro Guerra o con los ciclos abakuá y yoruba, sino con una obra francesa, más cercana al teatro anterior  que a los  proyectos de la nueva dramaturgia.

El 10 de enero de 1948 el catalán Francisco Parés estrenó  La ramera... protagonizada por Marisabel Sáenz, con Ricardo Lima y Primitivo Ramírez  y A puertas cerradas [sic] por Raquel Revuelta, Sergio Doré y Miriam Acevedo. Mirta Aguirre escribe sobre ambas, con muchísimas reservas hacia el «sartrismo» .🔽🔽🔽🔽 Mariblanca Sabas Alomá, en cambio, polemiza.  Prometeo  publica  dos cartas bajo el título ¿Ofensas a la moral? Cree que las obras son más apropiadas para el Shanghai y el Martí y en nombre de la decencia, en su sección “Atalaya” del periódico Avance, escribe que ADAD presenta “escenas de perversión sexual” y “burdel” y recomienda “que los integrantes de la Academia escojan obras auténticas, constructivas y superadoras”. Objeta el título de la traducción –debió titularse La ramera complaciente– porque el “contenido social, dolorosamente sarcástico de la maciza pieza teatral de Sartre, pasa poco menos que inadvertido” y “sólo queda lo soez, lo cruel, lo sucio, lo procaz”. Parés,  director, traductor y autor de las notas al programa, contesta que son “dos tesis filosóficas, discutidas en el mundo entero. Dos temas de filosofía existencialista, elevados a categoría de obra artística” y que “esperaba que todo el mundo contemplara las dos obras desde un mínimo nivel de comprensión espiritual [...] A puertas cerradas–dice usted, le contesta Parés, es la presentación desnuda, descarnada, de la técnica donjuanesca y la sensibilidad de una mujer invertida. Lo siento por usted, porque en este caso, no ha visto nada”. 🔽🔽🔽🔽🔽
En 1954, en la modalidad de teatro arena, La ramera... se repite y Chela Castro en paños menores –ha contado Ambrosio Fornet– deja atónitos a los jóvenes. Rine Leal está a cargo de la promoción de la puesta de Erick Santamaría con el Teatro de Arte (TEDA). Escribe Miguel Sánchez León que:

El suceso del año fue la puesta de La ramera respetuosa de Sartre por el Grupo TEDA, un espectáculo en teatro arena que la moralina de la época calificó como pornográfico porque mostraba a los protagonistas en ropa interior. Lejos de espantar al público, el espectáculo consiguió hacer más de cien funciones, algo insólito en esos años.🔽🔽🔽🔽🔽🔽

En 1960 no ha perdido vigencia a pesar que se ha dicho que la puesta de Morín era  “inteligente y seca”. Morín me ha contado un único detalle. Vistió al senador de Pereiro con barriga y rellenos como los políticos antiguos y no fue muy bien recibido. Localizada en el Sur de los Estados Unidos, la puta que en lugar de defender al negro inocente, se pliega ante las demandas del senador y cae en sus manos, todavía hoy tiene actualidad. Los desfavorecidos no siempre eligen como corresponde a la clase a la que pertenecen, sobre todo, si reaccionan inducidos por las mentiras, el sentimentalismo, la doble moral y la coacción. En la puesta del 48, Manuel Casal, escribió que el mensaje de la obra es esa Lizzie “pudriéndose” "en la más profunda de sus prostituciones", aunque dedica a Hui Clos más espacio y análisis. El autor de la reseña de la revista INRA  polemiza con el final y cree la elección de Lizzie es endeble, pues parte del engaño, aunque lo que la prostituta busca en Mary, la madre del blanco que salva, es más que todo, aceptación como mujer.   


Notas
1. Paul Sartre y Simone de Beauvoir. Panel teórico. Los intelectuales franceses miran a Cuba en los años 60 (el mito revolucionario) / Los intelectuales cubanos del siglo XXI miran a Sartre y Beauvoir (mitos de la filosofía) a través de un texto teatral: Chesterfield sofá capitoné. Participan: Zaida Capote Cruz (investigadora, Instituto de Literatura y Lingüística), Jamila Medina (poeta, investigadora), Jaime Gómez Triana (crítico e investigador teatral), Alexis González Díaz de Villegas (actor) y Martha Luisa Hernández Cadenas. Coordina: Nara Mansur.
2. Acevedo, Miriam. Memorias (título provisional) al que he tenido acceso por la gentileza de Diana Caso García y Xerxes Carruana.

3. Acevedo, Miriam. "La noche de la ramera".  Díaz, Duanel. Archivo de la Revolución en La Habana Elegante ya que muchas colecciones digitalizadas traspapelan la página 20 de Lunes 53. http://www.habanaelegante.com/Archivo_Revolucion/Revolucion_Sartre_07.htmlhttp:
4. Aguirre, Mirta.
Sartre en el Teatro ADAD”. Hoy, 13 de enero de 1948. p.10.
5."¿Ofensas a la moral?" Prometeo 4. (enero-febrero de 1948). p. 8-9. Digitalización de Miguel Sánchez León.
Sánchez León, Miguel. “Un viaje vertiginoso: dos siglos de teatro francés en La Habana”. Inédito.
7 [¿Adrián García Hernández?]. “Teatro en la plaza cívica”. INRA. abril (1960) pp. 4-6.


  Cf. Lunes de Revolución 51. Sartre visita a Cuba. Internet Archive.

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