Nov 13, 2017

Chesterfield sofá capitoné

Lectura semi montada. Alexis Díaz de Villegas y Clara de la C. González García


Nara Mansur Cao incorpora a su cuerpo dramático (Charlotte Corday, Ignacio & María, Educación sentimental, Venus y el albañil) Chesterfield sofá capitoné, otra obra de cámara, si es que esa definición es válida para una pieza cuyos dos personajes son ellos y otros, y que sin una sola acotación ni amago de acción –salvo la interna–, establece una inquietud permanente por su avasallante juego verbal. Mientras Charlotte Corday es “cuerpo y contra-discurso” (Habey Echavarría), Ignacio y María como Linda Correa y los personajes de Venus… provienen de un entorno realista reconocible, los de Chesterfield… Rocío-Pablo y Jean Paul- Simona, intercambiables, se resisten a ser definidos y a contar una historia. Nara los llama “materiales para la escena”, aunque Herta Muller lo ha puesto en entredicho en La trampa. [🔽] Un hallazgo de su dramaturgia y una influencia visceral en la promoción de los novísimos, concebida como modo de narrar, que con el éxito de Mansur, ha devenido moda. El fragmento, tan caro a Heiner Muller, integra las apropiaciones que con naturalidad se funden en el “material” que curiosamente ya no se define como poema dramático. La referencia y el referente se unen para crear algo único, una alusión en el espectador, una incomodidad o la evocación de un hecho ( placer o  trauma), y nutrir así el texto de documentos, testimonios y fotografías de su álbum familiar dentro de un discurso que en ocasiones pareciera que no lo admite. La ductilidad de su lenguaje crea ritmos festivos e inusuales.

La escena huye de lo referencial y tiene su asidero en la biografía, la autora en sus múltiples disfraces. Como la familia y su entorno en los poemas de Régimen de afectos, Rocío-Simona y Jean Paul-Pablo viven esa introspección y evocan a lo largo de treinta cuartillas a la sobresaliente pareja francesa, Beauvoir y Sartre, con intertextos y un discurso fluido y delirante, su escritura automática. La fraseología política (“Ustedes señores y ustedes señoras, van a ser castigados y a ustedes señoras y a ustedes señores, no le tenemos ningún miedo”) bocadillo de Pablo, remeda la pancarta habanera en las narices de la Oficina de Intereses de los Estados Unidos (“sepan señores imperialistas que no le tenemos ningún miedo”) y coexiste con recetas de cocina, textos de las etiquetas y descripciones de muebles, como un tejido, una textura.

Un exergo de Humberto Arenal de un artículo en La Jiribilla, quien conoció a la pareja en La Habana de los sesenta, es la única pista. Nara no ha nacido todavía. Nada más. En Desdramatizándome... prólogo de su libro de 2009, lleno de confesiones y sentencias, escribe:

Pero es tanta la ansiedad por la pirueta, porque el escritor o artista exhiba su performance, su discurso del método, muchas veces más sofisticado y glamuroso que la obra en sí. Cada vez se leen menos las obras y se asiste más al espectáculo que muestra el cuerpo del contorsionista. En medio de la moda y los síntomas de la época quiero reivindicar cierta bella didáctica, como la ama de casa que guarda el jarrón de la abuela y mete dentro flores del patio, mar pacíficos, rosas, gladiolos, mariposas, dalias, por las que no ha pagado porque las siembra en su patio. Yo quiero ser esa mujer.[🔽2]

Chesterfield... es, sin embargo, pirueta y discurso del método y al mismo tiempo, malestar y conciencia del agotamiento de ese discurso, por el manierismo con el que la relación de pareja ha sido contada sobre los escenarios, desde el nacimiento del drama burgués hasta su liquidación con ¿Quién le teme a Virginia Woolf? de Edward Albee, aunque se sigan escribiendo obras de ese corte. En Albee una pareja culta, se ama hasta el descuartizamiento y la violencia mientras en Chesterfield… se disecciona hasta el infinito en los actos simples de la cotidianeidad prolongados en otra pareja o la misma porque Rocío puede ser Simona, ya que de hecho no sólo la busca sino a veces es como ella. Sin embargo, el ámbito de intimidad de Mansur los singulariza: la demasía, el festín de los sentidos y la comida orgiástica así como el papel igualmente desmesurado de un particular estilo de sofá, el Chesterfield capitoné, ya que el objeto es otra obsesión, manifestada sobre todo en su poesía, uno de cuyos libros se llama Manualidades.

El sofá es testigo, posesión; ajeno y propio, está ahí, es una mole burguesa, al parecer todavía muy vigente en las salas argentinas. Nara vive entre Buenos Aires y La Habana, y ésta es su pieza de lenguaje más local y no sólo porque sus personajes empleen el voseo. El sofá los alberga y la pareja tiene con el mueble una relación atávica, molesta, de amor-odio, miedo (“si el sofá nos va a tragar”). El Chester es el rey, no se vende pero hablan de dinero y de objetos todo el tiempo mientras el Chester omnipresente, vigila y calla. Se quedó en pañales Virgilio Piñera con los sillones esclerosados de El no y aunque hay que pensar en Las sillas, de Ionesco, aquí el mueble no crece, no se prolonga, vive inalterable en su deterioro y su longevidad. Se piensa en el Chester “¡Qué amable el señor Chester que nos recibe! ¿Qué hay para comer hoy señor Chester?” y se politiza, cuando se anuncian nuevos diseños, y se oferta Democracia 2016. Rocío dice: "quiero sentarme ahí, tirarme, sacar el relleno, desabotonar el capitoné, meterle cuchilla al cuero, sacar la guata, los resortes, quemar toda la carne, bailar con esa candela detrás de mí. Doce millones de resortes, doce millones de cuerpos sentados uno al lado del otro en un sofá capitoné rojo Chesterfield".

El parlamento es gráfico, el sofá demanda acciones personales y agresivas. Hay descripciones pantagruélicas de sofisticadas comidas y todas las asociaciones posibles con el uso del sofá, como si los objetos adquiriesen una cualidad y una urgencia rayanas en la demencia ante la invasión de la tecnología (“¿a quién elegirías si tuvieras que decidir entre el taladro enorme y el robot aspiradora?”)

La enumeración alimentaria –signo del teatro cubano desde El velorio de mondongo de Francisco Covarrubias– está presente en otras obras suyas como precariedad, ausencia, deseo: arroz con pollo en medio de una arenga política. Ahora son declaraciones cruentas, frías e irónicas como el menú de El flaco y el gordo, de Virgilio Piñera. No mueven a risa sino a horror. Quizás puro juego con el lenguaje, del peceto con granos de maíz a la carne frita o a ese padre que se empeña en comer raspa. Hasta que llega Offenbach como turista, interesado por el Chester, el de las operetas y los valses, aquí de la música de los caballitos, el can can y Orfeo en los infiernos. En la escena 7 Simone y Jean Paul están en la última fase de su relación, la de La ceremonia del adiós, de Beauvoir en una mala traducción. Simone, al ver una gota de orine sobre la moqueta, supo que el final de Sartre estaba cerca. Pero en la obra Jean Paul quiere su culo hasta el final. Nara se suma a la corriente, sucumbe al vocerío de los que usan asere, bollo y los demás “trofeos estomacales” con la naturalidad con la que Abilio Estévez emplea flan de calabaza. Simone parece salir ilesa de la experiencia, incluso de la muerte de su amante y sale a visitar los negocios de muebles, “que es lo que más le gusta hacer” y una obra nueva se dibuja en el horizonte del espectador al que se le plantean preguntas como ¿es Simone la dueña de la mueblería y Rocío, la del restaurante? ¿Quiénes son?

Aunque Sartre se representa en Cuba desde 1948, el pensador del ojo estrábico, como lo llamó Roberto Bourbakis, un culterano desconocido para los nuevos, no ha sido personaje del teatro y ojalá no se ponga de moda. Interlocutor imaginario en el Diálogo… de Piñera a propósito de Los siervos, Virgilio, tan transgresor, emplea traseros en lugar de culo. Este regreso al mito requiere de auspicios varios, privados, oficiales, de cualquier tipo, para subsistir. Responde a la necesidad de explicarse el legado anterior y escribir sobre la locura, el desatino y el dolor de los cacareados, manidos y saqueados sesenta. Charlotte.. era visceral, naive, desgarradora, le proporciona a Jamila Medina y a otros un campo nunca visto en la isla para analizar una obra dramática. En Chesterfield… Cuba es un campo de tomates rojos, es la sangre roja, los doce millones que somos.


El libro, publicado en La Habana por Ediciones sinsentido (artesanal, cosido, de 5 ½ x 3 ½), a cargo de Martha Luisa Hernández, Rogelio Orizondo y Arístides Hernández Ares, consta de 100 ejemplares firmados por la autora, acompañados de un tarjetero con reproducciones de muebles y objetos de la EMPROVA y textos de la obra, sobre el concepto de la imagen. El Chesterfield dialoga con los muebles de Gonzalo Córdova, que los más viejos tuvimos en nuestras casas, colmaron para bien los hoteles de la isla pero hoy quizás pertenezcan al archivo de Cuba material. Financiado por varias embajadas, entre estas las de Noruega y Francia, está hecho a mano y cosido con una tapa mullida, como la del capitoné. La obra fue leída en el teatro Mella en La Habana  por Osvaldo y Andrea Doimeadiós y representada semimontada en el Laboratorio 26  por Alexis Díaz de Villegas y Clara de la C. González García.


Con varios libros publicados, presencia en las antologías, estrenos en La Habana, Estados Unidos y Buenos Aires,  premios y estudios contundentes 🔽 [3], Mansur no es la autora de imposibles que presenté en la revista Gestos🔽 [4] sino quizás la más influyente entre los nuevos autores.


[1] A propósito del estudio del poemario de Inge Muller, sobreviviente del nazismo, segunda esposa de Heiner Muller y frecuente colaboradora suya, Herta Muller discute la denominación de “material” para revelar un trozo de esa historia.
 [2] Mansur, Nara. Desdramatizándome. Cuatro poemas para el teatro. Ediciones Alarcos, La Habana, 2012. Echevarría Prado, Habey. “La fiesta del logos” pp. 135-158. 
[3] Entre estos Prizant, Yael. Cuba Inside Out: Revolution and Contemporary Theatre. Southern Illinois University, 2013; Herzog, Christophe: “Un drama dramatológico”. En Análisis de la dramaturgia cubana actual. García Barrientos (ed.) Tablas Alarcos, 2011; Fundora, Ernesto. Prólogo. “Dramaturgia contemporánea de la gran Cuba”. Paso de Gato, 2015; Martha Luisa Hernández. Aún sueño con mi país. https://marticaminipunto.wordpress.com/2016/09/08/ediciones-sinsentido-2/
Jamila Medina Ríos. “La resemantización del discurso político en Charlotte Corday. Poema dramático” en http://www.perfiles.cult.cu/article.php?article_id=335.
[4] Boudet, Rosa Ileana. Nota de introducción a Educación sentimental. “Nara Mansur: un ámbito de intimidad” Gestos 40 (2005): 135-137.

1 comment:

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